Fue la ministra de Sanidad, Elena Salgado, quien dijo la semana pasada en pleno del Senado, que la industria del pan, había reducido dos gramos de sal por kilo de harina, (cerca del 9%).
El motivo de esta rebaja es el convenio que firmo el ministerio con la Confederación Española de Organizaciones de Panadería (Ceopan), y que estaba enmarcado dentro de la estrategia NAOS (Estrategia para la Nutrición, Actividad Física y Prevención de la Obesidad).
El pacto establecía que dicho sector debía rebajar un gramo de sal por kilo de harina y año hasta el 2009 (han rebajado los 2 gramos antes del primer año).
Ya que en España el pan contiene 22 gramos de sal por kilo de harina, lo que en la práctica significa que una barra de pan de 250 gr. tiene ahora cinco gramos de sal, es decir, medio gramo menos, que antes.
Yo lo que no se es si el panadero del barrio también lo ha rebajado, mañana cuando vaya a por el pan le pregunto.
Según los expertos, la sal es básica para el organismo. Forma parte de los alimentos naturales y se añade a la comida como conservante, para potenciar el sabor o mejorar la textura de esta.
El problema, por lo tanto, no es el consumo, sino el uso excesivo que a veces le damos. La OMS recomienda no pasar de los cinco gramos al día, pero en España superamos los 10 gramos.
Los especialistas y Sanidad llevan años alertando de este elevado consumo, ante el que los pacientes obesos e hipertensos son especialmente sensibles.
Las iniciativas para rebajarlo se han centrado en la industria alimentaria porque, según la Agencia Española de Seguridad Alimentaria (AESA), en el proceso de elaboración de los alimentos se añade el 75% de sal (otro 10% lo llevan los comestibles y el 15% restante lo agrega el consumidor).
«El problema es que no aparece en el etiquetado de muchos productos como el pan», apunta este organismo, y no se sabe muy bien la cantidad final que introducimos en el cuerpo.
Vía: elperiodico.com
