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Abadía Retuerta Ledomaine, un lujo en la Ribera de Duero

A poco más de media hora en coche desde Valladolid se encuentra la bodega y hotel 5* Abadía Retuerta LeDomaine. Un espacio único situado en un monasterio que data del año 1146 en la Milla de Oro de la Ribera del Duero.

Abadía Retuerta LeDomaine se inauguró el 22 de marzo de 2012 tras una exhaustiva restauración que comenzó como proyecto en el año 1988. Desde entonces esta bodega y hotel Relais & Châteaux se ha convertido en todo un referente en el mundo del enoturismo, ofreciendo una completa oferta cultural, vinícola y gastronómica en el corazón del Valle del Río Duero.

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La primera sorpresa que siente el huésped o cliente cuando toma el desvío desde la N-122 hacia el hotel es visual, y es que la majestuosidad de este monasterio, que data del siglo XII, entre los viñedos es cautivadora.

Una vez en sus instalaciones, ya sea para disfrutar de ellas durante unas horas o unas jornadas, se respira un aire de exclusividad único que no deja indiferente a nadie que se acerque hasta allí para disfrutar de su oferta gastronómica, visitar la bodega o hacer uso del Centro de Wellness & Spa Santuario LeDomaine.

En nuestro caso solo estuvimos unas horas, las justas para conocer sus viñedos y parte de su oferta gastronómica, más concretamente su restaurante más informal llamado La Vinoteca.

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Le Domanie. Una experiencia gastronómica

La gastronomía es uno de los pilares de Abadía Retuerta Le Domaine. Con dos propuestas únicas, Refectorio y Vinoteca, bajo la dirección de Marc Segarra. Un joven chef que ha conseguido, junto con un equipo muy profesional y dinámico, un concepto creativo en torno a la tradición gastronómica de la zona, firmemente vinculado con el entorno y los productos autóctonos de temporada.

El restaurante el Refectorio de Abadía Retuerta LeDomaine cuenta con una Estrella Michelin desde hace cuatro años y es donde la alta cocina adquiere todo el protagonismo. En este tipo de restaurantes todo suma, desde el contenido, es decir, una propuesta suculenta y sorprendente, pero también el continente. Y que mejor escenario que el Refectorio, el lugar en el que sus primero habitantes compartían el momento de la comida y de la cena, para disfrutar de esta exclusividad.


El Refectorio se levantó en la primera mitad del siglo XIII y, en la actualidad, cuenta con capacidad para 40 personas. La decoración es sencilla y contemporánea, siendo protagonistas los muros, las bóvedas de piedra, las entradas naturales de luz y, claro está, el fresco «La Sagrada cena», datado en 1670. Todo ello configura un espacio íntimo con una atmósfera realmente especial que multiplica el encanto de la experiencia culinaria.

Restaurante Refectorio Abadia Retuerta Le Domaine

Pero si buscamos una experiencia más informal, en torno a sugerencias perfectas para picar y compartir entre la pareja, familia o amigos, lo mejor es la Vinoteca. Con una carta extensa y equilibrada La Vinoteca fue nuestra elección en esta ocasión. Íbamos con niños y la opción de un menú cerrado y largo, como es la del Refectorio, nos hizo decantar por la Vinoteca, el día que hicimos la reserva.

Con capacidad para 24 comensales, la Vinoteca de Abadía de Retuerta se encuentra sobre La Cueva, bajo tierra y obra de los primeros monjes. En su momento fue la cilla o almacén y, hoy por hoy, alberga la colección privada de la bodega. Es decir, 8.500 botellas, entre ellas, todas las añadas de la finca, la primera correspondiente a 1995.

La Vinoteca de Abadía de Retuerta

Para acceder a la Vinoteca hay que recorrer varias estancias de la Abadía que nos transmite la paz que tuvieron sus habitantes y la exclusividad que ofrecen hoy en día. Una vez en el interior del restaurante vinos de donde viene su nombre con tan solo ver la «decoración» de sus paredes.

Una vez en la mesa nos comentan que lo mejor, al tratarse de un grupo de cuatro personas, dos adultos y dos niños, lo mejor era pedir los platos para compartir. Dicho y hecho. Pero antes de la comida echamos un vistazo a la carta de vinos.

En ambos restaurantes, por supuesto, el vino cobra relevancia absoluta. Los platos encuentran el maridaje perfecto en las etiquetas de la finca y en una amplia selección de referencias, tanto regionales como nacionales e internacionales. En la carta de vinos de la Vinoteca encontramos cerca de 40 referencias, la mitad de ellas se pueden disfrutar por copas. No fue nuestro caso que pedimos una botella de vino blanco WMC Gewürztraminer, edición limitada Parcela Plaza de Toros. Un vino que sólo se encuentra en los dos restaurantes de la bodega, muy aromático, equilibrado y que sorprende en boca.

Elegidos los platos, servida la bebida y para hacer más amena la espera, nos pusieron sobre la mesa una crema de aceite de oliva virgen extra con sal de vino de elaboración propia, acompañada de unas láminas de pan crujiente de romero. Volaron.

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Unos minutos después llegó el primer entrante para compartir, unos “Espárragos de Tudela de Duero con salsa Holandesa (18€, fuera de carta), verdaderamente deliciosos. Se nota que son los primeros de la temporada, estos espárragos se cultivan a unos kilómetros de la Abadía, y están en su punto. Tersos, sin apenas hebras y con un sabor verdaderamente delicado y dulzón.

Para dar gusto a los más pequeños el segundo consistió en un «Pisto agridulce con Alitas de pollo deshuesadas confitadas y huevos de codorniz poché».  Un plato divertido que hizo desaparecer el pan de la mesa.

Seguimos con media tabla de Jamón Ibérico de  Bellota con tostas de pan y tomate. Nada que objetar. El jamón delicioso…

Como plato principal, y previo consenso por todas las partes, nos decantamos por una «Chuleta de vaca curada 40 días, acompañada con pimientos asados y bol de patatas».

Para terminar nos dejamos aconsejar de nuevo y como postre pedimos, también para compartir, unas sorprendentes «Natillas de albahaca, manzana y galleta rota» y «Tarta caliente de queso –curado- con frutos rojos».

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Abadía Retuerta LeDomaine es sinónimo de experiencia de hospitalidad única y como ya os hemos comentado el verdadero protagonista es quien lo habita durante unas horas o jornadas. Una sensación que se nota, de forma sutil pero notable, desde la llegada y hasta el momento de la despedida…

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